SERIE VIDA ABUNDANTE
CAMBIO DE NATURALEZA Y DE DESTINO
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura
es; la cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”(2°Cor. 5: 17).
Cambio de naturaleza y de destino, ¿será posible? En
la Palabra de Dios se señala que es posible.
Hay dos formas de vernos a nosotros mismos, dos formas
de apreciarnos. Una es como nosotros nos vemos a nosotros mismos, y otra como
los demás nos ven. Es como si existiesen dos naturalezas en nosotros. Cada una
de ellas va a surgir de acuerdo a las palabras que escuchamos.
En Mateo 16: 13 -17, Jesús pregunta a sus discípulos,
¿Qué dice la gente acerca de mí? Hay varias respuestas. La gente se formó un
concepto de él. La gente decía de él algo que creían que él era. Pero el
concepto de la gente estaba errado. Cuando pregunta: “Y ustedes, ¿qué dicen que
soy?” Entonces Pedro se adelanta a contestar: Tú eres el Cristo, el hijo del
Dios viviente. ¡Bien Pedro! Pero eso no te enseñó alguien sino que te lo reveló
mi Padre.
Esto indica que la gente puede tener una apreciación
de ti y Dios otra. Una cosa es lo que la gente dice de Jesús, y otra es lo que
Dios dice de él. Para Jesús era más importante lo que Dios decía de él. Nos
hemos acostumbrado a que lo somos es lo
que otros nos han dicho que somos. Lo que alguien dice de mi, ejerce mucha
influencia en mi apreciación. Por
ejemplo, si usted constantemente le dice a su hijo que es torpe, es probable
que termine creyendo que es torpe. Pero si le dice que es un ganador una y otra
vez, lo más probable es que termine comportándose como tal.
Hay un personaje en la Biblia que recibió palabras que
marcaron su vida; primero de su padre, y después de Dios para sus
descendientes. Se grafica así un cambio de destino.
I.
Jacob
habla de Isacar. (Gén. 49: 14 y 15)
Su padre habla de él como un burro fuerte, que en vez
de trabajar pasa recostado en los lugares de descanso, y le gustó el descanso.
No tenía un espíritu trabajador, le gustaba admirar la naturaleza y no quiso
llevar carga, que suspiraba por otras cosas.
Así lo vio su papá, como un hombre flojo con muchas ilusiones, y le
señala un destino: “Y sirvió en tributo”.
En otras palabras, será esclavo, siervo, dependiente de otros, no será
empresario, siempre empleado. No le ve otro destino. No será un triunfador.
Que apreciación negativa es que un padre compare a su
hijo con un animal de carga y que además lo ve como un flojo. Y así lo declara
en un momento solemne cuando al final de sus días los va a bendecir. ¿Qué habrá
pensado Isacar? La visión que tiene su padre de él no es nada de positiva. Ahora, esta apreciación obedece a las
conductas y comportamientos de este hijo en el pasado y que el padre proyecta
hacia el futuro. Pero ningún ser humano tiene dominio del futuro, entonces son
sólo apreciaciones o presunciones con más o menos fundamentos.
Las palabras eso sí ejercen influencias. Lo que
escuchamos condiciona nuestras acciones. Si recibes palabras de aliento que
reafirman tu autoestima, eso afectará positivamente tu vida. Por el contrario,
si recibes palabras de desaliento, menoscabará tu autoestima y eso afectará
negativamente tu vida. Te dará pena, rabia, amargura, etc.
El oír es el sentido más sensible en cuanto a nuestra
autoestima; por eso oír es importante. “La fe viene por el oír, y el oír por la
palabra de Dios”. Nuestra fe se alimenta por lo que oímos. ¿Qué pasa si lo que
hemos escuchado acerca de nosotros mismos fueron palabras negativas? Nos cuesta
creer que Dios quiera hacer grandes cosas con nosotros, ¿verdad?.
La gente sólo puede hablar de ti cosas que tienen que
ver con tu pasado, pero Dios puede hablarte de tu futuro. Jacob le habló a
Isacar de su pasado y proyectó un futuro en base a eso. Pero se equivocó.
II.
Dios
habla de Isacar. (Deut. 33: 18 y 19)
Ahora el que está hablando y bendiciendo es Dios a
través de Moisés. Isacar no fue lo que su padre dijo que sería, Dios tenía otro
destino para él. Ya no es ni un burro ni un fracasado, ahora Dios lo ve:
·
Con “tiendas”. Es decir, establecido,
seguro.
·
“Llamarán a los pueblos a su monte”.
Habrá gente que querrá vivir en su territorio, porque es buena tierra, de
oportunidades.
·
“Su monte”. Habla de dominio, de
influencia y autoridad.
·
“Sacrificio de justicia”. Es un
pueblo que agrada a Dios, temeroso y con presencia del Señor en medio de ellos.
·
“Abundancia de los mares y tesoros
escondidos en la arena”. Está hablando de un pueblo próspero, que tiene más que
suficiente.
¿Aprecian un cambio? Un padre terrenal ve un destino
para ese hijo, pero el Padre celestial tenía otro mejor. Los padres nos podemos
equivocar con respecto a nuestros hijos; y los pastores también. Pero Dios no.
El apóstol Pablo dice que en parte conocemos o
profetizamos porque no sabemos todas cosas (1°Cor. 13:9), pero Dios que sabe
todas las cosas tiene la visión completa de nuestro destino.
¿Qué ha hablado la gente de ti? Lo más importante es
saber que es lo que Dios dice de ti. ¿Qué nos dice Dios? “Que somos más que
vencedores”, “Amado yo deseo que seas prosperado en todas las cosas…”, “He
venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”.
Tienes un Padre en los cielos que tiene un destino
mejor para ti. Él desea bendecirte.
A lo mejor tu gran dolor es que pocas veces escuchaste
palabras de ánimo o aliento de tus padres. O en cambio, sólo recibiste de ellos
reproches o palabras que te hirieron. Y eso dejó un vacío emocional profundo en
ti, y ahora siente que tu corazón está seco, pero ahora Dios quiere que
escuches su voz, la voz de un padre que te ama y desea lo mejor para ti.
La gente sólo
conoce tu pasado, por las cosas que haz hecho y lo que haz hablado, pero
Dios conoce tu futuro. Puede que tu pasado esté contaminado, pero tu futuro
está limpio. Puedes vivir un cambio de destino. Dios puede hacer que las cosas
sean diferentes y nuevas para ti.
Ríndele al Señor tu futuro, Él hará cosas nuevas y asombrosas contigo.
No escuches las palabras que la gente diga de ti,
escucha y cree lo que Dios habla de ti. Lo que la gente ha dicho de ti, lo más
probable, es que este errado. Dios tiene una mejor apreciación de ti.
Recuerda, en Cristo hay una nueva naturaleza y un
cambio de destino para ti.
Amén.