Serie VIDA ABUNDANTE
Juan 10: 7
-11.
Jesús declara
que él es el buen pastor y como buen pastor está dispuesto a dar su vida por
sus ovejas (de hecho ya lo hizo en la cruz).
¿Con qué
propósito hizo esto?
“Para que
tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. No sólo nos da el don de la
vida (lo que ya es hermoso y bueno), sino que su deseo es que esa vida la
tengamos en abundancia.
Abundancia
habla de plenitud. No sólo está hablando de la vida espiritual (la salvación y
la vida eterna), sino que también del bienestar material y de la salud. Se
refiere a todos los aspectos de la vida.
Dijo además:
“Yo soy la puerta”. La puerta, ¿de qué? La puerta de acceso a esa clase de
vida. Sus ovejas podrán salir de un ambiente restringido para entrar a ese
lugar de plenitud, a esa vida abundante.
Debemos
preguntarnos: Si Jesús vino con el propósito de darnos vida abundante, una vida
plena, ¿por qué debemos conformarnos con menos que eso? ¿Por qué en nuestras
vidas, como creyentes, se manifiesta algo menor a esto? ¿Por qué personas no
creyentes pueden manifestar una vida más plena que la de los creyentes?
Una de las
claves principales para obtener el poder para la vida abundante es saber que
las Escrituras (Biblia) es la Palabra y la voluntad revelada de Dios. Este es
el secreto más grande del mundo de hoy. No es un secreto Dios lo esté escondiendo,
es un secreto porque la gente no ha creído. La mayoría de la gente no cree que
la Biblia es la Palabra y la voluntad de Dios para ellos. Algunos toman un pasaje de las Escrituras y
lo aplican según el criterio de ellos y no cómo Dios habló. Otros agregan
palabras, haciendo que la Biblia diga lo que Dios nunca quiso decir. Debemos
entender que la Biblia entera, Antiguo y Nuevo Testamento, es la Palabra de
Dios.
Saber que la
Palabra de Dios es la voluntad de Dios es el primer paso en nuestra búsqueda
del poder para la vida abundante.
Pero hay una
gran tragedia en la existencia nuestra: “Porque dos males ha hecho mi pueblo:
me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas
rotas que no retienen agua” (Jer. 2:13).
¿A quién le
está hablando aquí Dios? Dice: “mi pueblo”. No está hablando a extraños o a no
creyentes, sino a su pueblo, a los creyentes. Está diciendo a la iglesia que ha
hecho dos males:
1.- “Me dejaron a mí, fuente de agua viva…”
2.- “Cavaron para sí cisternas, cisternas rotas
que no retienen agua…”
Fuente: Lugar
del que fluye con abundancia agua. Manantial.
Cisterna:
Depósito subterráneo donde se recoge el agua de lluvia, de río o de manantial.
Tiene una capacidad limitada.
DIOS ES
FUENTE DE AGUA EN ABUNDANCIA
El gran mal
es dejar la fuente de vida abundante. Dejar de confiar y de depender del
Señor. Cuando esto pasa, la tendencia
natural es construir cisternas para guardar agua. Creamos nuestras propias
formas de creer en Dios. Seguimos al Señor a nuestro modo y no como Él nos
ordena.
Esto grafica
el drama de mucha gente que pudiendo beber agua de fuente de vida, de esa agua
que curará toda la sed para siempre, sed de sanidad el alma, de sanidad para el
cuerpo, sed de propósito para vivir, sed de paz, sed de prosperidad. Prefieren
beber de aguas estancadas, aguas que representan sus propios esfuerzos para
aplacar su sed. Pero los esfuerzos humanos son limitados e insuficientes, nunca
logran aplacar totalmente la sed de la vida.
Esto es lo
que le dijo Jesús a una mujer: “Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que
bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo
le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una
fuente de agua que salte para vida eterna”(Juan 4: 13, 14).
En una
oportunidad se le preguntó a un grupo de personas, ¿cuál es el pecado más
grande que puede cometer una persona? Las respuestas fueron variadas:
Homicidio, violación con muerte, robo con muerte, traición a la patria,
adulterio, abandono, etc.
¿Qué diría la
Palabra de Dios como respuesta a esta pregunta? Leamos Mateo 22: 37 y 38. “Jesús le dijo:
Amarás al señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu
mente. Este es el primero y grande mandamiento”.
Este es el
primero y grande mandamiento. Si esto es así, ¿Cuál es el primero y grande
pecado? Quebrantar el primero y grande mandamiento. Es decir, no amar a Dios
con todo el corazón, y con toda el alma, y con toda la mente.
Es amar algo
más de lo amamos a Dios, o poner a algo por encima de Dios; construyendo o
cavando nuestras cisternas religiosas, nuestro propios criterios acerca de cómo
seguir al Señor, en lugar de rendirnos
totalmente al Señor y vivir para hacer su voluntad.
No darle a
Dios lo que es de Él, eso es el más grande pecado. Toda gloria, toda alabanza,
toda honra, toda adoración; son de él y para él. Por eso todo cristiano debe
adorar y servir a Dios con todo.
Volvámonos al
Señor. Entreguémonos a Él.
La vida
abundante que Él ha prometido está disponible. Su voluntad es que seas
bendecido en todo. En las Escrituras hay una carta que el Señor te ha enviado a
ti, y dice así: “Amado, yo deseo que tú
seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu
alma” (3° Juan 2).
Vuelve a
beber de las aguas de fuente de vida; deja de lado tus cisternas rotas.
Bendiciones
en abundancia para ti.
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