EL LLAMADO A
NEGOCIAR
Vimos
anteriormente algunos principios para alcanzar la vida abundante que Jesús
prometió. Saber que está disponible, cómo recibir lo que está disponible y
saber quela capacidad de Dios es igual a su buena voluntad.
Algo
importante que vamos a considerar ahora tiene que ver con el dinero que Dios
pone en nuestras manos. Él no quiere tan solo que lo usemos de un modo adecuado
ni que lo malgastemos, sino que anhela que lo multipliquemos.
“Dijo,
pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver.
Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre
tanto que vengo”. (Lucas 19: 12 y 13)
Muchas
veces este pasaje se ha interpretado como que las minas que fueron entregadas a
estos hombres representan dones o habilidades espirituales. Lo que realmente
Jesús habló aquí se refiere a dinero , constante y sonante; e incluso algunas
versiones de la Biblia dicen, en vez de minas, “una buena cantidad de dinero”.
Muchos
piensan que fue una bendición espiritual o un llamado lo que el Señor dejó a
estos hombres. No sólo una bendición dejó el Señor aquí sino que también “una
buena cantidad de dinero” y una orden de hacer negocios con el dinero que les
dejó.
Nuestro
Dios no sólo está interesado en que prosperemos espiritualmente, también está muy
interesado en que podamos hacerlo materialmente. Dice la Palabra: “Amado, deseo
que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud así como prospera
tu alma”(3°Juan 2).
Nuestra
espiritualidad debería manifestarse también externamente y no solo por dentro.
El Reino de Dios se expresa en lo espiritual pero también en lo físico (“Así
que no había entre ellos ningún necesitado…”. Hechos 4: 34). Como resultado de
una gran bendición espiritual, el reflejo será una bendición en la vida
material.
El
hombre noble del relato es nuestro Señor Jesucristo, quién fue a recibir su
reinado, pero aclaró que volvería, ¡Gloria a Dios por su regreso!
Nuestro
Señor después de completar la obra salvadora de la humanidad, regresó al Padre
para recibir el Reino y ser glorificado con la gloria que tuvo desde el
principio (“Se sentó a la diestra del Padre). Comisiona a la Iglesia para que
mientras Él está en la gloria, nos ocupemos de los negocios de su reino aquí en la Tierra: Predicar, enseñar, sanar
echar fuera demonios, hacer discípulos, y también negociar con el dinero que
nos ha dado. Cuando Él vuelva, vendrá a hacer cuentas con nosotros en todos los
aspectos en que nos comisionó. Y con respecto al dinero, con la orden de
negociar.
Algo
muy importante es saber que el Señor no quiere que simplemente usemos bien el
dinero que nos ha dado, sino que lo multipliquemos. Este es el sentido de la
parábola: No malgastar el dinero, el dinero no es para guardarlo tampoco, es
para hacerlo producir. De hecho meterlo al banco es al mínima opción como le
dijo a uno de los siervos (19: 23).El dinero tiene que producir hasta
multiplicarse en los negocios de nuestro Padre.
Veamos algunas implicancias de esta parábola:
1.- No debemos malgastar el
dinero. Hay saber invertirlo. Aprender a negociar sabiamente lo que Dios nos ha
concedido.
En
esta época pasamos el año en gastos extras: Fiestas Patrias, Navidad, Año
Nuevo, Vacaciones, Inicio de año escolar, Día de la Madre, Día del Niño, etc. Y
parece que todo esto viene junto, entonces los recursos que disponemos hay que
saber cómo invertirlos. Hay formas bonitas de gastar, que producen satisfacción
pero que son improductivas e innecesarias. Lo que Dios quiere es que seamos
sabios para administrar nuestros bienes, de tal manera que nos volvamos
multiplicadores de ellos.
Por
ejemplo, en aumentar nuestra capacidad intelectual, que terminemos nuestros
estudios o que nos capacitemos en un oficio, tanto para ti como para tus hijos.
Que desarrollemos capacidades empresariales para multiplicarnos en nuestro
negocios.
Gastemos
el dinero en desarrollarnos y capacitarnos, en mejorar nuestro nivel de vida y
el de nuestra familia.
2.- No invirtamos en
cosas innecesarias. Adquirir cosas superfluas para quedar bien con
los demás o para estar a la moda, ¿para qué?; para lucimiento social, es un
error invertir mal lo que ganas con tanto esfuerzo. En la casa, en un negocio,
en educación para tus hijos, en protección de salud, etc.; serán buenas
inversiones. Pero lujos innecesarios, cosas para aparentar ante los demás, no
son buenas inversiones. La publicidad crea necesidades innecesarias solo por
marketing. No caigas en esa tentación.
¿Esto
que quiero comprar realmente lo necesito? ¿lo necesitan mis hijos? ¿valdrá la
pena el esfuerzo o sacrificio que voy a hacer?
3.- Reconoce el señorío de
Cristo en tu vida. La parábola comienza diciendo que quién comisiona a
sus siervos era el Señor. En el relato de la Pesca Milagrosa (Lucas 5: 4-6), cuando
Pedro reconoce la autoridad de Jesús (“…mas en tú palabra echaré la red…”), fue
cuando la red se llenó de peces. Si vivimos bajo el señorío de Cristo él mismo
se encargará de llenar nuestras redes sin que se rompan. Así ocurrirá si
reconocemos que todo lo nuestro proviene del Señor, que Él es el dueño de todo,
y que conforme a su deseo y su voluntad queremos administrar nuestro dinero.
Nuestra oración debe ser: ”Señor, ¿Cuál es el mejor uso que le puedo dar a mi
dinero para beneficio de mi familia y de tú obra?”.
En
una oportunidad Jesús dijo: “Dad a Cesar lo que es de Cesar, y a Dios lo que es
Dios”. O sea, cumple con tus obligaciones para con el Estado, y también para
con tu Dios. Sé fiel al Señor, sé un sostenedor de su obra y de su iglesia.
Cumple tu pacto, y entonces tendrás cielos abiertos para que la vida abundante
se manifieste en ti.
4.- Considera la advertencia
de esta parábola. (v. 20-26) Dice que el hombre que no quiso multiplicar
su dinero fue porque lo escondió en un pañuelo.
¿Qué
puede significar que alguien recibe una cantidad importante de dinero y lo
envuelve en un paño y lo esconde? Ni siquiera pensó en la mínima opción de
ponerla en un banco. Hay aquí una mentalidad negativa de vida. Hay incredulidad
y menosprecio. Lo más dañino en la vida es ser incrédulo; no creer en Dios ni
en uno mismo.
Incredulidad:
Atribuir a Dios una mala voluntad.
Hay
personas que han muerto en la miseria teniendo mucho dinero escondido bajo el
colchón. Dios no condena a los pobres, pero sí a los de mentalidad miserable.
Cuando
alguien está con ese paño en su vida y en su mente, no puede multiplicar todo
lo que tiene. Nada es más contrario al propósito de Dios para nuestra vida que
vivir en derrota, menospreciándose o con autoconmiseración. ¿Qué es lo que tú Señor
ha puesto en tu vida? La salvación y el Espíritu Santo. La más grande gracia o
el regalo mas esplendoroso es el perdón de Dios con recompensa de vida eterna,
y el poder más grandioso que hay en el universo es el de su Espíritu; y nos ha
sido dado como don o regalo. ¿Qué harás con esto?. El deseo de Dios es que lo
multipliques y no que lo entierres con un paño.
Volviendo
al dinero, las personas que no pueden negociar, que no pueden multiplicar sus
ganancias se debe a que tienen un velo que cubre su visión de vida, un pañuelo
que frena ideas nuevas, que detiene y estorba la creatividad de hacer
inversiones.
Muchos
no tienen iniciativa para crecer económicamente, teniendo la capacidad y
destreza para hacerlo, este pañuelo de incredulidad y menosprecio impide a las
personas desarrollarse, les impide tener ideas empresariales, sabiduría para
administrar los bienes adquiridos.
Pidámosle
a nuestro Señor, quién otorga bienes, que prohíba todo paño o envoltura sobre
nosotros. Le pido a Dios que desarraigue de nuestra mente toda incredulidad,
esos velos de menosprecio, de falta de creatividad. Que el Espíritu Santo
renueve nuestra mente , que sean plantadas ideas nuevas, que venga creatividad
del Cielo, sabiduría e inteligencia de Dios. Que nuestra mente cobre vida y
comencemos a movernos en los negocios de nuestro Padre. Que transitemos por las
sendas de la vida abundante para que en todo tengamos más que lo suficiente
para dar a los que lo necesitan. Amén.
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