viernes, 14 de septiembre de 2012

el llamado a negociar

SERIE VIDA ABUNDANTE

EL LLAMADO A NEGOCIAR

Vimos anteriormente algunos principios para alcanzar la vida abundante que Jesús prometió. Saber que está disponible, cómo recibir lo que está disponible y saber quela capacidad de Dios es igual a su buena voluntad.

Algo importante que vamos a considerar ahora tiene que ver con el dinero que Dios pone en nuestras manos. Él no quiere tan solo que lo usemos de un modo adecuado ni que lo malgastemos, sino que anhela que lo multipliquemos.

“Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver. Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo”. (Lucas 19: 12 y 13)

Muchas veces este pasaje se ha interpretado como que las minas que fueron entregadas a estos hombres representan dones o habilidades espirituales. Lo que realmente Jesús habló aquí se refiere a dinero , constante y sonante; e incluso algunas versiones de la Biblia dicen, en vez de minas, “una buena cantidad de dinero”.

Muchos piensan que fue una bendición espiritual o un llamado lo que el Señor dejó a estos hombres. No sólo una bendición dejó el Señor aquí sino que también “una buena cantidad de dinero” y una orden de hacer negocios con el dinero que les dejó.

Nuestro Dios no sólo está interesado en que prosperemos espiritualmente, también está muy interesado en que podamos hacerlo materialmente. Dice la Palabra: “Amado, deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud así como prospera tu alma”(3°Juan 2).

Nuestra espiritualidad debería manifestarse también externamente y no solo por dentro. El Reino de Dios se expresa en lo espiritual pero también en lo físico (“Así que no había entre ellos ningún necesitado…”. Hechos 4: 34). Como resultado de una gran bendición espiritual, el reflejo será una bendición en la vida material.

El hombre noble del relato es nuestro Señor Jesucristo, quién fue a recibir su reinado, pero aclaró que volvería, ¡Gloria a Dios por su regreso!

Nuestro Señor después de completar la obra salvadora de la humanidad, regresó al Padre para recibir el Reino y ser glorificado con la gloria que tuvo desde el principio (“Se sentó a la diestra del Padre). Comisiona a la Iglesia para que mientras Él está en la gloria, nos ocupemos de los negocios de su reino  aquí en la Tierra: Predicar, enseñar, sanar echar fuera demonios, hacer discípulos, y también negociar con el dinero que nos ha dado. Cuando Él vuelva, vendrá a hacer cuentas con nosotros en todos los aspectos en que nos comisionó. Y con respecto al dinero, con la orden de negociar.

Algo muy importante es saber que el Señor no quiere que simplemente usemos bien el dinero que nos ha dado, sino que lo multipliquemos. Este es el sentido de la parábola: No malgastar el dinero, el dinero no es para guardarlo tampoco, es para hacerlo producir. De hecho meterlo al banco es al mínima opción como le dijo a uno de los siervos (19: 23).El dinero tiene que producir hasta multiplicarse en los negocios de nuestro Padre.

Veamos algunas implicancias de esta parábola:

1.- No debemos malgastar el dinero. Hay saber invertirlo. Aprender a negociar sabiamente lo que Dios nos ha concedido.

En esta época pasamos el año en gastos extras: Fiestas Patrias, Navidad, Año Nuevo, Vacaciones, Inicio de año escolar, Día de la Madre, Día del Niño, etc. Y parece que todo esto viene junto, entonces los recursos que disponemos hay que saber cómo invertirlos. Hay formas bonitas de gastar, que producen satisfacción pero que son improductivas e innecesarias. Lo que Dios quiere es que seamos sabios para administrar nuestros bienes, de tal manera que nos volvamos multiplicadores de ellos.

Por ejemplo, en aumentar nuestra capacidad intelectual, que terminemos nuestros estudios o que nos capacitemos en un oficio, tanto para ti como para tus hijos. Que desarrollemos capacidades empresariales para multiplicarnos en nuestro negocios.

Gastemos el dinero en desarrollarnos y capacitarnos, en mejorar nuestro nivel de vida y el de nuestra familia.

2.- No invirtamos en cosas  innecesarias.  Adquirir cosas superfluas para quedar bien con los demás o para estar a la moda, ¿para qué?; para lucimiento social, es un error invertir mal lo que ganas con tanto esfuerzo. En la casa, en un negocio, en educación para tus hijos, en protección de salud, etc.; serán buenas inversiones. Pero lujos innecesarios, cosas para aparentar ante los demás, no son buenas inversiones. La publicidad crea necesidades innecesarias solo por marketing. No caigas en esa tentación.

¿Esto que quiero comprar realmente lo necesito? ¿lo necesitan mis hijos? ¿valdrá la pena el esfuerzo o sacrificio que voy a hacer?

3.- Reconoce el señorío de Cristo en tu vida. La parábola comienza diciendo que quién comisiona a sus siervos era el Señor. En el relato de la Pesca Milagrosa (Lucas 5: 4-6), cuando Pedro reconoce la autoridad de Jesús (“…mas en tú palabra echaré la red…”), fue cuando la red se llenó de peces. Si vivimos bajo el señorío de Cristo él mismo se encargará de llenar nuestras redes sin que se rompan. Así ocurrirá si reconocemos que todo lo nuestro proviene del Señor, que Él es el dueño de todo, y que conforme a su deseo y su voluntad queremos administrar nuestro dinero. Nuestra oración debe ser: ”Señor, ¿Cuál es el mejor uso que le puedo dar a mi dinero para beneficio de mi familia y de tú obra?”.

En una oportunidad Jesús dijo: “Dad a Cesar lo que es de Cesar, y a Dios lo que es Dios”. O sea, cumple con tus obligaciones para con el Estado, y también para con tu Dios. Sé fiel al Señor, sé un sostenedor de su obra y de su iglesia. Cumple tu pacto, y entonces tendrás cielos abiertos para que la vida abundante se manifieste en ti.

4.- Considera la advertencia de esta parábola. (v. 20-26) Dice que el hombre que no quiso multiplicar su dinero fue porque lo escondió en un pañuelo.

¿Qué puede significar que alguien recibe una cantidad importante de dinero y lo envuelve en un paño y lo esconde? Ni siquiera pensó en la mínima opción de ponerla en un banco. Hay aquí una mentalidad negativa de vida. Hay incredulidad y menosprecio. Lo más dañino en la vida es ser incrédulo; no creer en Dios ni en uno mismo.

Incredulidad: Atribuir a Dios una mala voluntad.

Hay personas que han muerto en la miseria teniendo mucho dinero escondido bajo el colchón. Dios no condena a los pobres, pero sí a los de mentalidad miserable.

Cuando alguien está con ese paño en su vida y en su mente, no puede multiplicar todo lo que tiene. Nada es más contrario al propósito de Dios para nuestra vida que vivir en derrota, menospreciándose o con autoconmiseración. ¿Qué es lo que tú Señor ha puesto en tu vida? La salvación y el Espíritu Santo. La más grande gracia o el regalo mas esplendoroso es el perdón de Dios con recompensa de vida eterna, y el poder más grandioso que hay en el universo es el de su Espíritu; y nos ha sido dado como don o regalo. ¿Qué harás con esto?. El deseo de Dios es que lo multipliques y no que lo entierres con un paño.

Volviendo al dinero, las personas que no pueden negociar, que no pueden multiplicar sus ganancias se debe a que tienen un velo que cubre su visión de vida, un pañuelo que frena ideas nuevas, que detiene y estorba la creatividad de hacer inversiones.

Muchos no tienen iniciativa para crecer económicamente, teniendo la capacidad y destreza para hacerlo, este pañuelo de incredulidad y menosprecio impide a las personas desarrollarse, les impide tener ideas empresariales, sabiduría para administrar los bienes adquiridos.

Pidámosle a nuestro Señor, quién otorga bienes, que prohíba todo paño o envoltura sobre nosotros. Le pido a Dios que desarraigue de nuestra mente toda incredulidad, esos velos de menosprecio, de falta de creatividad. Que el Espíritu Santo renueve nuestra mente , que sean plantadas ideas nuevas, que venga creatividad del Cielo, sabiduría e inteligencia de Dios. Que nuestra mente cobre vida y comencemos a movernos en los negocios de nuestro Padre. Que transitemos por las sendas de la vida abundante para que en todo tengamos más que lo suficiente para dar a los que lo necesitan. Amén.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario